27 nov 2023

Una breve radiografía de los cuidados, a modo de argumentario para el 30N

 La huelga feminista general del próximo jueves aspira a situar en el centro del debate político el precario sistema de cuidados actual. Un breve repaso a algunos de los principales indicadores de este ámbito basta para entender su carácter injusto e insostenible.

El papel de los cuidados en la sociedad es mucho más complejo y profundo de lo que pueda captar infografía alguna. Sin embargo, un breve repaso a algunos de los principales indicadores de este ámbito sirve, como poco, para entender algunas de las razones inmediatas que explican la convocatoria de este próximo jueves. Es un sistema injusto que deposita sobre los hombros de las mujeres –muchas veces migrantes– el peso de labores que, como demostró recientemente la pandemia, resultan indispensables.

Reparto desigual de las labores del hogar

En el campo de los cuidados no remunerados, la última edición (2018) de la Encuesta de presupuestos de tiempo que Eustat realiza cada cinco años muestra el desigual tiempo que hombres y mujeres dedican tareas del hogar y al cuidado de menores y adultos. Los datos, en este caso, son Bizkaia, Gipuzkoa y Araba.

La Encuesta social y de condiciones de vida que Nastat realizó en 2020 en Nafarroa arroja datos parecidos respecto a tareas del hogar como la recogida de la mesa, la compra de alimentos o el cuidado de la ropa (la propia infografía es elaboración de Nastat).

Este desequilibrado reparto tiene su reflejo en la estructura de la población según su actividad económica. Según la EPA del tercer trimestre de este año, en Hego Euskal Herria hay mucha más población inactiva –que no busca trabajo– entre las mujeres que entre los hombres. 156.000 de ellas afirman dedicarse a labores del hogar, una cifra que se reduce a 40.200 en el caso de los hombres.

Entre la población activa también hay diferencias en función del sexo. Hay más paradas que parados y, sobre todo, hay muchísimas más mujeres trabajando a tiempo parcial (139.600) que hombres (38.000).

También hay un abismo en las excedencias por cuidados familiares. Según datos de la Seguridad Social de este octubre, el 70,7% de estos parones profesionales corren en Hego Euskal Herria a cuenta de las mujeres.

Según Eustat, si los cuidados no remunerados se monetizasen, supondrían el 27,7% del PIB de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba.

En los cuidados remunerados, desigualdad y precariedad

En el terreno de los cuidados remunerados, la brecha es si cabe más evidente. El 84% del personal empleado en residencias de la CAV son, según Eustat, mujeres. Un sector feminizado con sueldos mucho más bajos que los de sectores más masculinizados como la construcción –la comparativa es de Ipar Hegoa Fundazioa–.

La Administración parece desentenderse además del sector, ya que solo el 9% de las residencias de la CAV son de titularidad y gestión pública, según datos de la Fundación Manu Robles-Arangiz. Pero el sistema es igual de insostenible para los propios usuarios o sus familiares, ya que, de media, según Eustat, la cuota anual de un usuario se cifra en 16.616 euros.

Eso para las residencias. En cuanto al trabajo en el hogar, sin demasiada sorpresa, los datos de la afiliación a la Seguridad Social en Hego Euskal Herria muestran que el 96% de las personas afiliadas son mujeres. Entre ellas, el porcentaje de trabajadoras migrantes es del 42% mucho mayor que en el conjunto de la sociedad.


La peor parte, en cualquier caso, se la llevan las trabajadoras internas. No hay estadísticas oficiales sobre ellas, pero la información que anualmente elabora la Asociación de Trabajadoras del Hogar de Bizkaia sirve de botón de muestra. Es un sector opaco en el que trabajan muchas mujeres migrantes en situación irregular, vulnerables a muchos abusos.

Menos tiempo y menos renta para las mujeres

Todos estos indicadores confluyen en dos conclusiones que dan cuenta la tremenda brecha que opera en la base de nuestra sociedad. Hacerse cargo en mayor medida de las labores del hogar y del cuidado de menores y dependientes deja a las mujeres menos tiempo de ocio (datos de Nastat).

Del mismo modo, que sean ellas las reduzcan su jornada o cojan la excedencia, o que se dediquen a sectores feminizados y peor pagados como el de las residencias o el trabajo en los hogares hacen crecer una brecha salarial que en la CAV, según Eustat, se traduce en una renta anual disponible 7.464 euros menor. Según el cálculo de la publicación francesa ‘Les Glorieuses’, la brecha salarial en el Estado francés hace que, a partir de las 11.25 del pasado 6 de noviembre, las mujeres de Ipar Euskal Herria trabajen hasta fin de año de forma gratuita.

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